Formas de manipulación. Confluir Psicología & Coaching. Psicólogos en Santiago. Carmen Ariza Tejeda

La manipulación, de una manera muy simple, consiste en influir en alguien para conseguir algo. En definitiva, hablamos de poder, de capacidad para hacer que una persona piense o haga lo que otro quiere. Por lo general, cuando hablamos de manipulación lo hacemos dándole unas connotaciones negativas puesto que, a menudo, esa influencia o ese poder se obtiene presionando, chantajeando o provocando en el otro un sentimiento de culpa. Lo que se consigue suele ser que la persona haga algo que no quiere hacer porque le desagrada y le genera malestar.

Otro tipo de manipulación, menos agresiva, es la que llevamos a cabo, por ejemplo, cuando queremos influir en la percepción que los otros tienen de nosotros. Nos vestimos, nos adornamos o nos comportamos de una manera determinada con el fin de dar una imagen, parecer más atractivos o impresionar a alguien. Aunque no deja de ser una forma de engañar suele considerarse como algo aceptable socialmente, dentro de unos límites, ya que es una manera de hacer que los demás vean de nosotros lo mejor que tenemos.

¿Es fácil darse cuenta de que estamos siendo manipulados? No siempre, e incluso cuando es así lo que no resulta fácil es resistirse a esa influencia. Ya hemos mencionado que uno de los efectos de esa manipulación más indeseable es conseguir que la persona manipulada se sienta culpable si no hace lo que el manipulador quiere.

El poder del manipulador se basa en muchas ocasiones en factores emocionales. La persona manipulada se expresa con frases que indican que existe una vinculación afectiva: es que es mi madre, a él no puedo decirle que no. Otras veces se apoya en la capacidad para tomar represalias o para hacer daño: es que no veas la que me cae, es que no quiero pensar lo que puede decirme.

En cualquier caso, el manipulador utiliza recursos efectivos que se basan en el conocimiento de los puntos débiles del otro. A veces, su capacidad para argumentar y para retorcer lo que el otro dice hasta que cambia completamente su sentido hace que la persona manipulada se quede sin capacidad de réplica, sumida en una gran frustración. Otras veces, es el chantaje emocional lo que mejor funciona y la persona acaba cediendo a los deseos del que le convence de ser causa de todos sus males si no accede a lo que quiere.

Independientemente de cual sea la modalidad o los recursos utilizados, el manipulador suele conseguir lo que quiere anteponiendo sus necesidades sin tener ninguna consideración sobre los deseos de su víctima. Esto hace que la persona que lo padece acabe generando un gran malestar, dudando de si misma y con una escasa capacidad de salir de una relación, del tipo que sea, absolutamente tóxica.

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