La inmediatez

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Uno de los aprendizajes básicos que forman parte de la educación de los niños es el aplazamiento de las recompensas. A los niños se les enseña a esperar, a que tal cosa no puede suceder ahora o a que el premio, el regalo, o tener aquello que desean, no se va a obtener en el momento. La satisfacción queda aplazada hasta que el niño hace las cosas de una determinada manera o a una fecha, como puede ser el cumpleaños, la Navidad o las vacaciones.
Cuando de pequeños no aprendemos a esperar porque lo que se quiere se obtiene inmediatamente, de mayores, es muy probable que queramos que las cosas sucedan de la misma manera y cuando esto no es así nos frustramos. Que nos frustremos no es ni bueno ni malo, es un hecho que se produce cuando nuestras expectativas no se cumplen.
La mayoría de las personas han aprendido a lo largo de su infancia y su adolescencia que no todo se puede conseguir, que algunas cosas se acaban consiguiendo a largo plazo y que otras, para conseguirlas, no basta con desearlas sino que hay que trabajar duro para obtenerlas. En resumen, que la satisfacción no suele ser inmediata sino aplazada.