
Imagen de Ioana Radu en Pixabay
La definición de la propia identidad es una de las cosas que nos resultan más difíciles. A la pregunta de quiénes somos, da igual si es autoformulada o formulada por otros, solemos responder o respondernos con nuestro nombre, nuestra profesión, nuestras relaciones familiares o nuestro lugar de procedencia. Cuando advertimos a la persona interpelada sobre lo inadecuado de la respuesta porque no hemos preguntado por ninguno de los aspectos anteriores, lo habitual es que la reacción sea, primero, de desconcierto y después de un no sé o de silencio.
Saber quiénes somos es una aspiración que no todo el mundo es capaz de lograr. Incluso cuando nos expresamos en términos de yo sé quién soy, o al contrario, ya no sé quién soy, algo habitual en situaciones de bloqueo vital, nos sería muy difícil detallar en términos más o menos objetivos que factores o que elementos son los que nos hacen expresarnos de esta manera.
Cuando exploramos la situación e indagamos en ello nos encontramos, habitualmente, con que ese saber o no saber no parece ser tanto una idea, un pensamiento o un conocimiento como el verbo saber podría inducirnos a pensar, es más una sensación, una percepción de uno mismo que corresponde a cierto equilibrio vital, a un ajuste entre diferentes componentes que nos hacen ubicarnos en el tiempo y en el espacio sin necesidad de muchas referencias externas.
Cuando aún nos encontramos en la búsqueda de ese o de esa que somos, solemos compararnos con los de alrededor y con los de un poco más allá, decidiendo después si somos más o menos que ellos o mejores o peores en unos aspectos o en otros y, en muchos casos, derivando de tal comparación una insatisfacción que nos resulta molesta y que nos mantiene en búsqueda permanente.
La definición de uno mismo es un ser más que un saber, un encuentro de los diferentes componentes que nos conforman en un punto de equilibrio que proporciona una gran satisfacción vital a pesar de las condiciones, más o menos favorables, que nos rodean. Aunque no seamos capaces de expresarlo con palabras.