Las emociones son respuestas que nuestro organismo da ante las diferentes situaciones de la vida. Suponen una excitación fisiológica, algo que notamos en el cuerpo porque en éste se producen reacciones tales como acaloramiento, sudor frío, la sensación de no poder tragar, la de tener un nudo en el estómago o la aceleración de los latidos del corazón.
Las emociones, positivas y negativas, forman parte de nuestra vida, nos ayudan a ser conscientes de cómo nos sentimos, a actuar en función de la situación y nos sirven como señales para comunicarnos con los demás. La tristeza, la alegría, la ira o el miedo condicionan nuestra manera de actuar y la forma en la que nos relacionamos con los otros.
Cuando alguna de estas cosas sucede, nos hacemos conscientes de que algo pasa, de que la situación que estamos viviendo ha producido una alteración en nosotros. Esa alteración se refleja en una serie de conductas con las que pretendemos gestionar ese estado emocional. A veces lo conseguimos y damos una respuesta conductual adecuada a la situación y otras veces no somos capaces ni siquiera de determinar qué es lo que estamos experimentando, de ponerle nombre a esa emoción y de gestionarla adecuadamente, lo que puede llevarnos a reaccionar de una manera poco aceptable socialmente o, incluso, poco adaptada a la imagen que tenemos de nosotros mismos.
La ira, el miedo, la tristeza y también las emociones positivas cuando se exageran o se desbordan pueden causarnos serios problemas tanto a nivel personal como social. Aprender a manejar y gestionar las emociones, a conocerlas y a interpretar adecuadamente las emociones ajenas forma parte de la Inteligencia Emocional. Cuando perdemos el control de nuestras emociones, nos desestabilizamos, perdemos el equilibrio y provocamos que en vez de jugar a nuestro favor, jueguen en nuestra contra.
Es frecuente escuchar a muchas personas decir que no son capaces de controlarse. Aprender a expresar y manejar las emociones es posible. Controlar las emociones negativas y expresar adecuadamente las positivas nos ayuda a mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con nuestro entorno. Si somos capaces de conocer y manejar nuestras emociones nos será mucho más fácil entender, compartir y gestionar las emociones ajenas, tanto en el ámbito personal como en el laboral.