El acoso laboral o mobbing merece una especial atención dado que las consecuencias de estar sometido a una violencia injustificada de una manera continua, por una o varias personas, en el ámbito del trabajo son tan importantes que, en muchas ocasiones, pueden llegar a poner en riesgo la vida de la víctima. La situaciones de acoso no son justificables desde ningún punto de vista. Si una persona desempeña su trabajo de una manera inadecuada es necesario buscar las causas de que eso sea así, si lo que sucede es que no trabaja lo suficiente para el estándar exigible, es legítimo hacérselo saber e indicarle la manera correcta de actuar. Lo que no es aceptable, en ningún caso, es acosar a un persona hasta conseguir que enferme. No hay ninguna razón para que una persona acose a otra.
El hostigamiento psicológico puede tomar varias formas: aislamiento, desprecio público, menosprecio del trabajo de la víctima, sobrecargar de trabajo, asignar trabajos imposibles, insultos o humillaciones. A veces, esta violencia psicológica se lleva a cabo de una manera sutil y sin testigos, de manera que la persona se encuentra con grandes dificultades a la hora de poder hablar de su situación, de protestar o de denunciar. En otras situaciones, el acoso es conocido o ejercido por jefes, subordinados o compañeros que se convierten en cómplices del acosador o acosadores.
La finalidad del acoso es deshacerse de la víctima y que esta abandone la organización. A menudo, pasa mucho tiempo hasta que la víctima pide ayuda profesional. Es necesario abordar lo más temprano posible los problemas que se derivan de la situación de mobbing, tanto para establecer estrategias de afrontamiento adecuadas como para tratar los efectos derivados del acoso. Una persona en una situación de mobbing genera ansiedad, depresión, dudas sobre su propia capacidad y, sobre todo, miedo. Miedo a acudir al trabajo, a enfrentarse con el acosador o acosadores y miedo a ser culpabilizada por su entorno.