El duelo es un proceso que supone la adaptación de una persona a la nueva situación cuando se ha producido una pérdida.
Cualquier pérdida requiere esa adaptación pero en el caso de la pérdida de una persona querida se producen un cúmulo de sensaciones, a veces contradictorias, en algunos casos marcadas por el sentimiento de culpa y por el convencimiento de no poder vivir sin la persona fallecida o por un dolor que, por momentos, se vive como insuperable. Esta adaptación es lo que se conoce como elaboración del duelo.
Habitualmente, comienza cuando se ha producido la pérdida y su duración depende de la magnitud y del significado que ésta tiene para la persona. Cuándo la pérdida es previsible, esta elaboración puede comenzar antes de la pérdida misma.
La elaboración conlleva ir superando poco a poco el dolor y el sufrimiento, volviendo a retomar el interés por las cosas cotidianas y adaptándose a los cambios que ha supuesto la desaparición de la persona querida.
La duración del duelo es variable. Se considera que puede durar hasta 6 meses aproximadamente, aunque muchas personas necesitan más tiempo. A pesar de que en diferentes casos el dolor sea significativo, no se elabora de la misma forma la pérdida de un anciano que la de un niño. Si pasado un tiempo se mantiene la misma situación, si el dolor no se va amortiguando, si hay una alteración del estado de ánimo persistente o si la situación está provocando problemas o interferencias serias en la vida de la persona que ha sufrido la pérdida, la ayuda profesional se hace indispensable.
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