La Caja Sináptica se renueva

La Caja Sináptica se renueva

En el año 2014 iniciamos la andadura de un blog de psicología en El Correo Gallego. Durante estos cuatro años La Caja Sináptica ha ido cambiando. Al principio, hablamos de Psicología Forense, Clínica, del Trabajo y Deportiva. Algunas de las personas que estuvieron en sus inicios dejaron el proyecto por diferentes razones y eso hizo que la temática fuera orientándose en función de los ámbitos profesionales en los que nos movemos los que aún continuamos escribiendo en el blog. A día de hoy, las dos personas que seguimos en el proyecto, Víctor Boullosa (a quien paso el testigo de la administración del blog) y yo (Carmen Ariza) somos especialistas en Psicología del Trabajo y en Gestión de Personas. Esto hace que hayamos decidido darle una clara orientación hacia el desarrollo profesional.

La Caja Sináptica ya no será solo un blog, también tendrá un canal en Youtoube en el que colgaremos contenidos que, de una manera u otra, contribuyan a mejorar la vida de las personas en el trabajo. Esperamos que con vuestros comentarios y vuestra difusión consigamos el objetivo.

La Caja Sináptica se renueva. 
El dinero como elemento motivador

El dinero como elemento motivador

Pocas veces nos paramos a pensar que las cosas no siempre son lo que parecen. Por ejemplo, cuando hablamos de dinero, de cuánto cuestan las cosas o de cuánto  nos pagan por nuestro trabajo. Escuchamos como los medios de comunicación nos hablan de las elevadas cifras que se manejan para fichar a ciertos deportistas o para contratar a los actores de moda en Hollywood. A menudo, estas cifras suelen parecernos disparatadas y nos extraña que los que representan a estas estrellas tan bien pagadas tarden en llegar a acuerdos y aceptar lo que se les ofrece, o que se estaquen las negociaciones por relativamente pequeñas cantidades sobre el escandaloso monto total. ¿Para qué quieren más? oímos decir a veces.

Olvidamos que el valor del dinero no es sólo el que tienen las monedas o los billetes ni el que nos permite conseguir aquello que es posible pagar. El dinero también tiene otro valor, el que se deriva de nuestra percepción de ser reconocidos y por lo tanto bien pagados, el que tiene mucho que ver con la comparación social, que hace que me sienta mejor o peor pagado en relación a lo que pagan al otro por hacer un trabajo similar al mío, o el que me conecta con mi propio autoconcepto: si me pagan bien es porque valgo.

(más…)
El factor emocional en el trabajo

El factor emocional en el trabajo

Hasta hace relativamente poco tiempo, digamos hasta muy avanzado el siglo XX, la vinculación de la mayoría de las personas con su trabajo no pasaba de esperar conseguirlo sin demasiado esfuerzo, mantenerlo cumpliendo con lo estipulado en su contrato y jubilarse con una pensión decente.

Ahora, en el siglo XXI, las cosas han cambiado. Las personas que hoy se incorporan al mercado laboral demandan de las empresas mucho más que el salario. Hoy, a pesar de que en los últimos años la situación económica, la reforma laboral y el pescar en río revuelto de muchas empresas, hayan conseguido un retroceso en las condiciones laborales y un aumento de la precariedad que ya dábamos por superado, los trabajadores esperan más que un sueldo.

También las empresas esperan más que el hecho de que el trabajador se limite a cumplir estrictamente con su trabajo, a entrar y salir puntualmente y a cumplir las normas. Esperan del trabajador cosas tales como implicación, compromiso o lealtad, conceptos que se refieren a lo intangible y que tienen que ver más con aspectos emocionales que con la mera ejecución de tareas.

(más…)
El valor del reconocimiento

El valor del reconocimiento

El reconocimiento es un elemento importante de la motivación, de la automotivación, diría yo, porque cuando alguien nos dice que hemos hecho algo bien o cuando nos agradece una acción, nos sentimos mejor y eso nos impulsa a seguir actuando. El valor que tiene el reconocimiento no siempre está presente ni se aprecia lo suficiente. Cuántas veces hemos echado de menos que alguien reconozca nuestro esfuerzo con una palabra amable o con un gesto de comprensión.

Vemos muchas veces, tanto en la consulta como en el ámbito laboral, como hay personas que llevan años esperando una palabra de reconocimiento. Los padres son la primera fuente de aceptación y aprobación y cuando nos vamos haciendo mayores y vamos socializando, esperamos la aprobación de nuestros profesores, de nuestros amigos y, por fin, el de nuestros jefes y compañeros.

¿Qué sucede cuando en vez de un qué bien lo has hecho o cuánto aprecio tu esfuerzo nos encontramos con un eso es lo que tienes que hacer o un es tu obligación. Sucede que nos sentimos estafados, como si el esfuerzo a pesar de los resultados hubiera sido inútil, como si fuéramos invisibles a los ojos de las personas que nos importan.

(más…)
¿Qué nos aportan las críticas?

¿Qué nos aportan las críticas?

Si nos preguntan qué nos aportan las críticas y queremos dar una respuesta socialmente deseable, es muy probable que digamos que nos ayudan a mejorar, que nos hacen reflexionar o algo similar. Lo cierto es que no nos gustan las críticas. Cuando alguien analiza nuestros pensamientos o nuestros actos para después hacer comentarios en contra de ellos, solemos sentir desagrado y malestar.

Aunque hablamos de críticas constructivas y destructivas, lo cierto es que pocas veces nos ayudan a construir nada. Unas veces  porque, fruto de su propia torpeza, el que la formula lo hace convirtiendo el error o el descuido en un ataque personal y otras porque el que critica no es torpe, sino malvado, y su intención es desahogarse o hacer daño más que ayudar a corregir errores.

La crítica, si realmente pretende ser constructiva, debe cumplir dos requisitos fundamentales: centrarse en las conductas sin atacar la integridad personal y aportar soluciones concretas que realmente orienten dicha conducta hacia la posibilidad de mejorar.

(más…)
La necesidad de controlarlo todo

La necesidad de controlarlo todo

La necesidad de ejercer control  es una característica bastante acentuada en muchas personas que conocemos. Algunas, incluso, se reconocen o se definen como controladoras y, curiosamente, son capaces de ejercer ese control sobre las cosas y sobre otras personas pero rara vez sobre sí mismas. Llevan a gala el que nada se les escape y el que los demás hagan las cosas a su manera, por otro lado, la única correcta.

El controlador sólo se siente seguro cuando las cosas suceden según lo planificado lo que, en realidad, sucede sólo en algunos ámbitos de su vida y sólo algunas veces, como en el plano laboral cuando la situación permite hacer previsiones sobre variables muy conocidas o en el personal cuando la mayoría de los que le rodean se ciñen a sus condiciones por no soportar sus reacciones ante la contrariedad. En el plano de las relaciones sociales, en general, el controlador no suele desenvolverse bien a pesar de las apariencias.

Las personas controladoras suelen ser, a la vez, muy inseguras. Su falta de flexibilidad y su incapacidad para reaccionar ante lo imprevisto les genera la necesidad de moverse sobre seguro y se obligan a mantener el control como una forma de eliminar la tensión que les produce la posibilidad de dejarse ir.

(más…)
Los valores en la organización.

Los valores en la organización.

Foto: Carmen Ariza
 
Blogs El Correo Gallego. La Caja Sináptica

Cuando, en la formación empresarial, se menciona el tema de los valores, la primera reacción de los asistentes suele ser de sorpresa que se incrementa cuando les haces ver la enorme influencia que tienen en la conducta en general y en el comportamiento organizacional en particular. Aunque es innegable que en los últimos tiempos, sobre todo, las grandes corporaciones se han llenado la boca o, en su caso,  la tecla y la web,  de explicaciones sobre su misión, su visión y, como no, sus valores, parece que el término no ha llegado a calar, o al menos no se ha interiorizado lo suficiente, como para que cuando se menciona ante personas que pertenecen a la organización no suene a novedad o resulte sorprendente.

Estamos demasiado acostumbrados a racionalizar, a ver o a palpar y cuando se nos presentan conceptos difíciles de asir como la equidad, la excelencia o la integridad, parece que nos exigen un plus de reflexión que no es necesario cuando alguien nos dice que su objetivo es vender refrescos, electricidad o alimentos infantiles. Lo cierto es que cuando se hace esa reflexión es fácil encontrar ciertas contradicciones entre lo explicitado como valores de la empresa y lo que se percibe en el día a día y algunas discrepancias entre los valores propios y los que mantiene la organización, sobre todo, por la vía de los hechos.

(más…)