A pesar de que, afortunadamente, ir a la consulta del psicólogo, para muchas personas se ha convertido en algo tan normal como acudir a cualquier especialista cuando tienen un problema, todavía hay otras muchas que aún muestran ciertas reticencias a pedir una cita. Contar cosas íntimas a un desconocido, hablar de temas sobre los que sentimos cierto reparo a poner en palabras, la preocupación por lo que pensará el profesional de quien  va a la consulta, o la idea, que no por errónea ha desaparecido del todo, de que el que va al psicólogo está loco o , por lo menos, tiene que estar muy mal, son motivos habituales de resistencia.

Para muchas personas es un signo de debilidad. Suponen que los problemas debe solucionarlos uno solo, que sólo los débiles necesitan ayuda y que pedirla es una demostración de incapacidad. Lo cierto es que no hay motivos para avergonzarse. Pedir ayuda demuestra que uno es consciente de que existe un problema, reconocer que tenemos limitaciones como humanos que somos y buscar la manera de encontrar una solución. A nadie se le ocurre arreglar su coche si no entiende de mecánica, ni las cañerías de su casa si no sabe de fontanería. Tampoco se arregla uno solo los huesos rotos, ni se gradúa la vista, ni se hace implantes de las piezas que le faltan en la boca.

El psicólogo es un especialista en comportamiento humano. Sabe de sentimientos contradictorios, de emociones descontroladas, de bloqueos a la hora de actuar, de relaciones complicadas o de cómo afrontar las desgracias. Las frustraciones, los deseos insatisfechos, la vergüenza o la culpa son los materiales con los que trabaja todos los días. La empatía, la comprensión, los recursos terapéuticos, la confidencialidad y su código ético, son las herramientas con las que los maneja.

Nadie debería sufrir por una idea equivocada. El dolor moral puede ser devastador y no siempre somos capaces de afrontarlo y superarlo solos. No es bueno esperar que los problemas se solucionen sin hacer nada, ni creer que los problemas mentales o emocionales son menos importantes que los físicos porque, a menudo, si los dejamos crecer, si los alimentamos con el silencio, pueden llegar a ser muy incapacitantes.

10 Comments

  1. Para aquellas personas que se puedan avergonzar de la posibilidad de ir al psicólogo, le recomendaría que indagaran y recopilaran opiniones de personas que han sido tratadas por un buen psicólogo, seguro que así zanjarían la duda de golpe y se animarían a ir. Palabra de psicóloga. 😉

  2. Por supuesto el ir al psicólogo no sólo es útil, sino necesario para todas las personas. Desgraciadamente el «tópico» de «loquero» y el qué diran dados los tiempos que estamos todavía siguen muy presentes e influyen a gran cantidad de personas, aunque he de decir como experiencia pesonal que cada vez ésta concepción va variando más en personas de corta edad, que han sido educadas en la normalización de nuestra profesión.
    Enhorabuena por el artículo, necesitamos entre todos hacer todos los esfuerzos necesarios para que nuestra profesión no sea perjudicada.
    Un abrazo.

    1. Muchas gracias, Luisa. Seguro que poco a poco, haciendo un trabajo cada vez mejor, conseguimos acercar la figura del psicólogo a la vida cotidiana de las personas ¡Bienvenida a nuestro blog!

  3. Muchas veces las barreras que impiden la visita al psicólogo son muchas, incluso en casos en los que se trata de algo necesario: Ejemplo: no es nada extraño escuchar cosas como “yo no estoy loco”, “no le voy a contar mi vida a un extraño”, “¿qué sabrá de mi vida si no me conoce de nada?”, “yo solo puedo salir de esto”
    Detrás de estas afirmaciones se encuentran temores, prejuicios y falsos mitos que es importante derribar.

    1. Afortunadamente, esas barreras van desapareciendo y nuestra profesión y lo que hacemos los psicólogos va siendo cada vez más conocido. Entre todos conseguiremos que ir al psicólogo sea tan «normal» como acudir a cualquier otro profesional cuando tenemos un problema.
      Gracias por vuestro comentario.

    1. Seamos optimistas, ya se ven algunos cambios. Cada vez es más frecuente que personas que han pasado por la consulta nos envíen amigos y familiares, esto nos hace pensar que recomendar a tu psicólogo va adquiriendo tintes de normalidad, tanto como recomendar a cualquier otro profesional con el que hayas tenido contacto por razón de su trabajo. Gracias por vuestro comentario y vuestra visita. Saludos.

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